Los orígenes

Somos de aquí, de esa tierra. El Empordà es donde hemos nacido, donde hemos decidido vivir y seguir el legado de una familia de viticultores. También es donde el abuelo Lluís decidió empezar a hacer su propio vino, imaginando y poniendo la primera piedra de lo que es ahora la bodega, primero con Damià y después con Anna al frente. Ocho generaciones de viticultores dedicadas a un paisaje: el Empordà.

El Empordà: nuestro territorio

Cada vendimia expresa el ciclo perfecto de esta tierra de frontera a medio camino entre el mar y la montaña. Un mundo íntimo y universal perfilado con el impetuoso viento del norte, la tramontana, que acentúa los extremos y hace que los viñedos parezcan más vivos que nunca. El viento, la luminosidad, la tierra nos han impreso un carácter apasionado e inquieto.

Suelo formado por pizarras parcheadas de granitos. El viñedo arraiga con fuerza. Los suelos de arenas de descomposición del granito, sauló, dan vinos frescos y elegantes. La pizarra es responsable de vinos más maduros, tánicos y poderosos.

Pasión por la viticultura

Trabajamos con variedades locales, las que mejor se adaptan al clima ya los suelos que tenemos y obtenemos vinos que nos hablan de su origen, sin artificios. Las garnachas, aquí las llamamos lledoner blanco, rojo y tinto, la cariñena blanca, roja y tinta, el macabeo, el moscatel, el monastrell… expresan las virtudes de nuestros terruños y las particularidades de cada vino.

Nuestro espíritu inquieto nos empuja a aprender todos los días y experimentar con los elementos que tenemos. Durante años hemos dedicado muchos esfuerzos a recuperar suelos. Con la biblioteca de variedades, un estudio exhaustivo de los viñedos viejos, hemos reencontrado variedades locales y hemos visto que eran las más adaptadas al clima de la zona. De ahí el primer monovarietal de lledoner rojo, también la revalorización de la cariñena blanca.

Un compromiso con la tierra

Conscientes de que vivimos y hacemos vino en un entorno privilegiado, cerca de tres parques naturales, sabemos que nuestras cepas deben crecer en armonía si queremos hacer el mejor vino. Integrar, cuidar, preservar. Ser parte del sitio, porque sólo estamos de paso, por eso trabajamos en ecológico. El vino se hace en el viñedo.

Los viñedos de Espelt forman un mosaico de gran diversidad. Una pluralidad de orientaciones, microclimas, ubicaciones. Desde las cepas más productivas del llano hasta las parcelas de los terraprims, vertientes donde reconstruimos antiguos bancales de piedra seca. Desde las viñas muy viejas de Rabós, en la sierra de la Albera, refugios de historia y sabiduría, hasta la extensa finca de Mas Marès, frente al mar y en el corazón del Parque Natural del Cap de Creus. Con una viticultura arraigada y consciente, queremos mantener esa riqueza y ese equilibrio.

Certificación ecológica

Desde la añada 2020 todos nuestros vinos tienen certificación ecológica, la culminación de un proceso más de veinte años de aprendizaje y de consciencia con el territorio.

Biodiversidad

La preservación de la biodiversidad y la regeneración de los suelos son la clave y el motivo por el que practicamos una viticultura respetuosa y sostenible.

Piedra seca

La reconstrucción de más de 3000 m de piedra seca es una apuesta para la preservación del paisaje y el ecosistema del mosaico mediterráneo.

Variedades locales

Con la biblioteca de variedades, un estudio exhaustivo de los viñedos viejos, hemos reencontrado variedades locales y hemos visto que eran las más adaptadas al clima de la zona.

Natura cíclica

Aprovechamos la sabiduría de la naturaleza para crear vinos en armonía con el territorio: cubierta vegetal para regenerar los suelos, escuchar la tierra antes de tomar cualquier decisión.

Tradición vitivinícola

Nos dedicamos al vino desde hace ocho generaciones. Este paisaje es el legado más preciado que hemos heredado. Preservarlo, nuestro objetivo.

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